Este invierno 2013/14 está siendo especialmente duro en todo el litoral cantábrico y atlántico en general, contabilizándose hasta nueve ciclones de significativa magnitud, con vientos que superan los 100 km/h y lluvias persistentes prácticamente a diario. El apasionante atractivo de las olas ha sido y es de lo más espectacular, difundiéndose imágenes de pequeños tsunamis, y siempre con la presencia de personas, en una costumbre ancestral por convertirse en espectadores de la grandeza de la Naturaleza.
En algunos puntos de la Costa da Morte se han medido olas de hasta 12 m de altura, pero con seguridad se ha tenido que rebasar esta marca para llegar a las zonas donde se ha registrado su poder. Numerosos testigos aseguran, asomados a los grandes y majestuosos acantilados, que se ha llegado a contemplar cómo el nivel de las aguas cubría la mitad de la pared vertical que mide más de 40 m.
Es la grandeza del mar y en Galicia no se cansan de contemplarla. Desgraciadamente el mar se ha llevado consigo a algunas personas y los destrozos materiales han sido considerables, sin perdonar siquiera un templo, que ya había sido castigado por el fuego en uno de los primeros temporales, el ancestral templo de la Virgen de la Barca en Muxía. La construcción data de 1544, con una capilla dedicada a la Virgen muy anterior a esa fecha y con todos los ingredientes que hacen pensar a los expertos por una base usada ya en épocas muy anteriores como edificio de uso indefinido. La reconstrucción se ha asegurado por parte de las Autoridades y en breve comenzarán las obras.
Pero una cosa está clara: el mar ruge y protesta, a veces de manera violenta, llevándose tributos (lo sé por propia experiencia), pero siempre nos atrae, como si nos hipnotizara en su cadencia monótona de comunicarse, lamiendo las cornisas o golpeando con furia hasta meterse en los mismos hogares. Resulta un espectáculo que no es apto ni para los surfistas más intrépidos ni temerarios. Son ocasiones que nos obligan a reflexionar sobre nosotros mismos y nuestras limitaciones, a “conformarnos” humildemente por nuestra condición de Ser Humano.
Toni Ferrando.
