La Fiesta de las Hogueras de San Juan en La Coruña es todo un acontecimiento que lleva celebrándose tradicionalmente desde hace cientos de años, que no se ha conseguido erradicar a pesar de repetidos intentos, prohibiciones de hogueras y de que el Ayuntamiento se negara repetidamente a declarar ese día festivo local.
Además del programa de fiestas oficial, que incluye numerosos conciertos y actividades, una gran hoguera oficial, desfile por las calles con carrozas y la elección de la bella -â€Meigaâ€- de San Juan, la verdad es que es una festividad que se vive intensísimamente en la calle y sobre todo en las playas de La Coruña. Tradicionalmente es una fiesta pagana que tiene que ver con la renovación, con el comienzo de un nuevo ciclo con el brujeril solsticio de verano y que está acompañada por el fuego, las sardinas y el ribeiro.
En todas las plazas de la ciudad, pero sobre todo en las playas, niños y mayores juntan maderas, cartones, muebles viejos, lo que sea, para encender hogueras de todos los tamaños, hogueras a las que hay que arrojar lo malo que ha sucedido ese año, los deseos para el próximo y saltarlas siete veces en un ritual que algunos consideran peligroso pero que curiosamente, los únicos heridos son extranjeros o visitantes, que se cogen una borrachera y fuera de toda lógica se dedican a ir saltando hogueras “sin ningún sentidito†como decimos los coruñeses.
Todos los bares, asociaciones, agrupaciones, o pandillas de amigos buscan un lugar para montarse su hoguera y su sardiñada, que es otra de las tradiciones, aunque en los últimos años, los precios de las sardinas y otras influencias han introducido el churrasco en el menú, lo suyo es ir por las calles probando los peixes en los locales y hogueras de los amigos, para acabar en las playas. La hoguera oficial, los fuegos etc.. son en la playa de Riazor, pero el verdadero ambiente está en la contigua del Orzán, y la alternativa electrónica hasta el amanecer en la de las Lapas, para acabar, eso sí, los menos frioleros, en el agua del Atlántico antes de la luz del día.
Marga G.-Chas Ocaña