A Coruña,Arqueologí­a en Galicia

El interesante Castro de Baroña

El Castro de Baroña es un poblado (yacimiento arqueológico) construido sobre una península del municipio de Puerto del Son, en la provincia de A Coruña. El asentamiento estaba provisto de murallas y me llama poderosamente la atención porque no hace mucho tiempo visité un emplazamiento similar cerca de Alicante: la Illeta dels Banyets, en El Campello, una península que en tiempos remotos bien pudiera ser una isla, pues los restos del istmo que lo unen a tierra continental son claros depósitos artificiales. Aunque en el caso alicantino, las excavaciones han situado el emplazamiento en la Edad del Bronce y el de Baroña se ha situado entorno al siglo I a. de C.

 

Probablemente si se excavaran estratos inferiores nos daría alguna sorpresa, pues observo algunos elementos que nos dirigen a épocas más remotas. Por ejemplo no se ha hallado en el de Baroña ninguna cisterna para la acumulación de agua, ni ningún indicio de construcción para la extracción o trasvase desde otro lugar, y me resulta bastante particular, pues es lo primero que cualquier colectivo se procura antes de su asentamiento. En las fotografías he visto oquedades en las rocas que bien pudieran ser bases para algún tipo de depósito, pero se han descartado. En el de els Banyets se han encontrado dos depósitos inmensos datados en más de tres mil años, bien armados con mampostería y a no mucha profundidad, lo que le confiere cierto grado de autosuficiencia y en el de Baroña se piensa que los habitantes se procuraban el agua dando un largo paseo hasta las vías acuíferas más cercanas.

La doble muralla en el Castro de Baroña es un caso muy peculiar, pues siempre se amplía destruyendo la línea defensiva débil aprovechando incluso la piedra para construir la nueva. Probablemente se construyó una segunda en miras de las incursiones que las tropas romanas realizaban por toda Galicia, como una medida de “doble seguridad” y rellenando con arena y piedra el espacio entre ellas para darle una mayor consistencia. Las viviendas del recinto amurallado son perfectamente visibles por la base realizada en piedra y sólo hay que hacer un pequeño ejercicio de imaginación para retrotraernos a más de dos mil años en el tiempo. Se han localizado casi dos docenas de casas de planta circular o de forma oval, lo que indica que, en algún momento, la población podía alcanzar el centenar de habitantes solamente en el interior de las murallas.

 

Está claro que la situación del castro obliga a pensar en unos habitantes encarados al mar, con una dieta fundamentalmente a base de pescados y mariscos, culturalmente “atrasados” pues no disponían de agua potable dentro de las murallas (contradictorio para soportar cualquier asedio), pero con una gran destreza constructora para la piedra y casi seguro para la madera, elemento desaparecido por la degradación y el fuego. Algo parecido ocurrió en El Campello, que en principio se pensó en un asentamiento de origen islámico (Banyets de la Reina) y luego aparecieron elementos de todas las culturas hasta remontarse a casi 3500 años de antigüedad (un enterramiento de esa época).

Probablemente el Castro de Baroña, por la importancia que le otorga su robusta muralla, sea también un asentamiento muy anterior al siglo I a. de C., que tenían más que solucionado el abastecimiento de agua, defendían un puerto importante, ahora desaparecido, y que sus gentes estaban muy bien organizadas, pudiendo alcanzar con su comercio puertos ahora impensables, como ha ocurrido con el de El Campello, pues no hace mucho se ha descubierto que mantenían relaciones comerciales con las Islas Pitiusas (Ibiza) desde al menos 1000 años a. de C., por los objetos que la arqueología ha ido desenterrando en ambos lados. Hay que animar a los investigadores y arqueólogos para que vayan atando cabos de la Historia tan interesante que se atesora en el Castro de Baroña, quizás descubriendo también los eslabones que nos conduzcan a su Prehistoria, restos que nos hacen viajar al pasado, a nuestros orígenes más remotos. Y porqué no, quizás encontremos en su subsuelo las pistas que nos guíen hacia los orígenes celtas.

Toni Ferrando.

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